La era de las nuevas tecnologías y en especial internet, nos permite acceder a un mundo en el que la información y la comunicación se desbordan en nuestros ordenadores con un sólo click de ratón, accediendo a tal cantidad de información que no podríamos visualizar aun si viviésemos 50 vidas. Sin duda debemos valorar este conocimiento como enriquecedor y positivo, pero también debemos prestar especial atención con los contenidos a los que accedemos.
En la red nos encontramos documentos e información útil, necesaria y con fácil acceso, pero también estamos expuestos al engaño, la confusión y el abuso. Tan verdad es esto como lo anteriormente dicho y debemos ser conscientes de ello y tomar las precauciones pertinentes orientadas principalmente a los más pequeños.
Nos adentramos en mundos paralelos difícilmente diferenciables una vez en su interior, donde podemos ser quien deseamos ser, mostrarnos como nunca antes habríamos hecho y realizar actos que no contemplaríamos en nuestro día a día, además el fácil acceso y el anonimato, nos expone a situaciones y personas a las que podríamos calificar como poco aconsejables.
No son extraños los casos de abusos a través de la red, los robos de identidad o las estafas, siendo raro el mes que no conocemos a través de las noticias, detenciones realizadas a individuos cuyas acciones delictivas están estrechamente relacionadas con este mundo virtual. Puede que estemos tan acostumbrados a esto, que obviemos que nosotros estamos participando en esa lotería aunque aún no hayamos sido “premiados”.
En muchos hogares, se otorga libertad absoluta a los hijos adolescentes para acceder y navegar por la red sin el control necesario por parte de los padres, es curioso cuando se expone esto en reuniones o encuentros, y los padres aseguran confiar 100% en sus hijos con respecto a lo que estos hacen cuando se encuentran conectados. Parecen estar convencidos de donde acceden y con quien hablan, cuando la realidad nos muestra en una gran mayoría de casos todo lo contrario. Son extremadamente vulnerables a los contenidos adquiridos por este medio ya que no cuentan con los elementos necesarios para discriminar, comprender o hacer juicios de una gran parte de los contenidos que reciben.
Las redes sociales abren las puertas de nuestras vidas a todo aquel que desee ojear lo que guardamos en su interior, algo a lo que muchos contrarrestan con no tener nada que esconder, pero ¿es necesario exponerlo? Y sobre todo ¿realmente estamos seguros de que lo expongan nuestros hijos?, sin duda en este punto, algunos de los lectores hayan asentido débilmente con la cabeza ante la posibilidad de tener un problema parecido o conocer algún caso en el que se produce.
Así, las redes sociales como facebook otorgan a la propiedad exclusiva y perpetua de toda la información e imágenes que publicamos junto con los derechos de distribución o despliegue publico de todos los contenidos que colguemos en la red. Además, las fotos e información personal permanecen incluso cuando cancelamos las cuentas. Puede parecer que es un servicio gratuito, pero pagamos con nuestros datos, gustos y preferencias, para que se comercie con ellos a quien pueda interesar, y todos sabemos que las empresas realizan costosos estudios de mercado para introducir nuevos productos en el mercado.
Al igual que no contemplaríamos la opción de dejar salir a un niño de 8 años a pasear por el parque sólo a las 3 de la madrugada, debemos barajar la realidad de que existen individuos indeseables que se ocultan tras la fibra óptica con el rostro de un niño, y que mientras vemos la tele o realizamos alguna tarea en casa, está manteniendo una conversación en el dormitorio de al lado.
Con esto no quiero decir que estoy en desacuerdo con el uso de internet, sino en desacuerdo con el uso sin control y con prestar especial atención al uso de las nuevas tecnologías por parte de los más pequeños, y por tanto, los que menos recursos poseen para afrentarse a determinadas situaciones.
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