El sector hotelero está sufriendo una gran cantidad de cambios en los últimos años. Hasta hace pocos, el principal motivo para elegir un hotel a la hora de visitar una ciudad, era el número de estrellas o si este pertenecía a una gran cadena hotelera con el consiguiente gasto extra que estas categorías implican. En cambio, con la llegada de Internet, se han mostrado al gran público una serie de establecimientos hoteleros más asequibles (pero no de menor calidad) que hasta ahora eran prácticamente desconocidos y que hacen la competencia sin ningún problema a las mencionadas cadenas hoteleras.
El hecho es que el turista medio, cada vez considera menos importante la estancia en el hotel como una parte significativa del viaje sino que, para la mayoría, el hotel se ha convertido en un simple lugar donde dormir y recopilar nuestros bienes personales mientras el tiempo central del viaje lo dedicamos a hacer turismo por la ciudad que visitamos. Por este motivo, cada vez existen más hostales, pensiones y albergues que se centran en ofrecer solo lo más esencial de un alojamiento, con grandes resultados para estos locales turísticos.
Por encima de todo la experiencia del turista
Sin embargo, me gustaría centrarme en las contadas ocasiones donde lo atractivo del viaje es el propio establecimiento turístico. Hoteles, cuya simple experiencia de dormir en sus camas, pasear por sus pasillos o leer un libro en algún sillón de sus zonas comunes es motivo suficiente para el viaje turístico. Estos lugares, en muchas ocasiones, no han sido diseñados para albergar a turistas sino que tuvieron otro uso que al quedarse obsoleto, fueron transformados para darle una nueva utilidad orientada al turismo.
Entre los casos más llamativos, está el de la cadena española de Paradores. Cada uno de los edificios que componen esta cadena son singulares por algún motivo, ya sea castillos de hace varios siglos, monasterios en un perfecto estado de conservación o antiguas casas ubicadas en impresionantes acantilados rocosos.
Los barcos hoteles
Otros casos curiosos son los barcos hoteles. Existen muchos tipos de ellos, desde los más lujosos a los más humildes, pero uno de los más curiosos se sitúa en la ciudad de Gent (Bélgica) donde el barco atracado tiene un funcionamiento completamente ecológico y usa lo que, en su día, fueron camarotes como las habitaciones de este establecimiento ecológico.
Al mismo estilo natural que el interior, también están cada vez más instauradas las cabañas en los árboles. Dentro de España tenemos un claro ejemplo en el norte, un lugar donde la principal experiencia del viajero será la de dormir en una cabaña (al estilo casa árbol) situada a varios metros de altura, la experiencia es una inusual manera de entrar en contacto al cien por cien con la naturaleza.
Por último, unos hoteles cuya estancia es una experiencia única en sí, son los hoteles iglú. Un lugar donde ataviados con vestimenta para la ocasión, los turistas tienen la oportunidad de pasar una noche al estilo esquimal, aunque el frío no será tanto debido al uso de unos sacos de dormir térmicos que llegan a soportar temperaturas de hasta -30ºC.
En definitiva, recomiendo que compatibilicemos el turismo “al uso” con visitas a estos alojamientos tan originales, la experiencia puede ser igual o más enriquecedora que cualquier excursión por una gran urbe.