La evaluación financiera es el proceso mediante el cual se analiza si un proyecto tiene viabilidad económica. En otras palabras, ayuda a saber si merece la pena invertir tiempo, dinero y recursos en algo que, a simple vista, puede parecer una buena idea.
Este análisis no es solo una parte más del plan de negocio. Es la base para saber si el proyecto se puede ejecutar, si será rentable, y si tiene sentido frente a otras alternativas. Por eso, es una herramienta imprescindible tanto en etapas iniciales como cuando el proyecto ya está en marcha.
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que, en esencia, la evaluación económica de proyectos es un análisis que permite saber si una decisión o un proyecto pueden sostenerse económicamente y si generarán el retorno esperado.
Además, la evaluación financiera es una herramienta de apoyo en la toma de decisiones, que permite anticipar riesgos, detectar debilidades y, cuando corresponde, frenar a tiempo.
¿Qué permite saber una evaluación financiera?
Para que una evaluación económica y financiera cumpla su función, debe ofrecer respuestas concretas a tres preguntas clave:
¿Con cuánto dinero se cuenta y cuánto se necesita? De esta manera se puede saber si se cubren los costes previstos.
¿Qué beneficios se esperan? Para así, estimar el retorno de la inversión.
¿Vale la pena frente a otras opciones? Comparar con alternativas y elegir la más sólida.
¿Cuándo es recomendable hacer una?
Aunque se suele asociar a las fases iniciales, realmente la evaluación financiera de proyectos también se puede aplicar mientras el proyecto está en marcha. De hecho, hacerlo en fases posteriores permite detectar desviaciones, corregir errores o replantear ciertas decisiones.
Partes esenciales de la evaluación financiera
Aunque los enfoques pueden variar, una evaluación financiera suele dividirse en dos bloques: el análisis coste-beneficio y la estimación del proyecto.
Análisis coste-beneficio
Este análisis busca ofrecer una respuesta simple para averiguar si los beneficios superan los costes.
Para ello, se recurre a indicadores económicos o técnicas de evaluación financiera que permiten responder con base en la información veraz que proporcionan los datos. A continuación, puedes ver algunos de los más utilizados:
Valor actual neto o VAN: el cual compara lo que se ganará con la inversión inicial
Valor presente neto o VPN: mide si los flujos de caja futuros justifican la inversión
Tasa interna de retorno: estima qué rentabilidad mínima debe tener el proyecto para ser viable
Retorno de la inversión: calcula qué se gana con respecto a lo invertido
Coste de oportunidad: valora qué se está dejando de hacer por elegir ese proyecto
Todos estos indicadores no solo ayudan a tomar decisiones, sino que también permiten elegir entre varias opciones de forma fundamentada, o incluso convencer a socios o inversores cuando sea necesario.
Estimación del proyecto
En este bloque se aborda cómo se va a ejecutar el proyecto, no solo si es rentable. Esta tarea es esencial ya que la estimación divide el trabajo en fases, calcula cuánto costará cada etapa, cuánto tiempo llevará y qué recursos se necesitan. De esta manera, se puede planificar mejor y ajustar mejor los recursos y las expectativas desde el principio. Una buena estimación ayuda a construir un presupuesto realista, además de detectar riesgos que no son visibles a simple vista.
Por tanto, hacer una estimación detallada de un proyecto es esencial para hacer presupuestos precisos y garantizar su éxito.
Uno de los riesgos más comunes en la evaluación financiera es dejarse llevar por el entusiasmo y acabar proyectando ingresos demasiados optimistas o minimizando los costes, por tanto lo ideal es partir de supuestos realistas.
También es habitual olvidar un detalle fundamental, la liquidez. Es decir, un proyecto puede parecer rentable en un primer momento y, sin embargo, poner en riesgo la viabilidad de un negocio al no generar el efectivo suficiente para afrontar los pagos del día a día.
A todo esto se suma un error frecuente como es no actualizar la evaluación cuando cambian las circunstancias. Y es que cuando las condiciones cambian, hay que adaptar las cifras ya que se puede dar la situación de que lo que era viable hace sesis meses, puede no serlo ahora.
Y, por último, conviene evitar contemplar un único escenario. Trabajar con distintas posibilidades, una más conservadora y otra más ambiciosa, permite entender mejor hasta qué punto el proyecto se sostiene.
Ejemplo de evaluación económica
Para entenderlo mejor, veamos un ejemplo sencillo de evaluación económica y financiera.
Una empresa quiere lanzar un nuevo producto al mercado. Para ello, realiza un análisis económico el cual no se limita a calcular si los ingresos cubrirán los costes de producción sino que también tendrá en cuenta factores como la inversión inicial en maquinaria, el coste de oportunidad de no lanzar otro produco, o incluso el impacto de esa decisión en el posicionamiento de la marca.
A todo lo anterior, habría que añadir las proyecciones de ventas conservadoras, estimaciones de márgenes y una comparación con alternativas similares. Con ello, no se puede predecir lo que ocurrirá pero, pero si tomar decisiones más informadas. Eso es justo el valor de una evaluación económica bien hecha.
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