La ingeniería energética se trata de una de las formaciones con mayor futuro. Sus funciones son diversas, pero, sobre todo, están encaminadas a ofrecer una solución ante la problemática del cambio climático.
La producción, uso y almacenamiento de distintas energías es una de sus funciones principales de un ingeniero energético, por lo que deben de realizarse de manera eficiente y poco contaminante.
Todo esto hace necesario que los profesionales tengan una visión multidisciplinar y amplia que favorezca a una adecuada interpretación de la situación y la correcta toma de decisiones.
La transición desde el uso de combustibles fósiles hacia una energía “limpia”
Los combustibles fósiles, actualmente, siguen siendo la base de la economía mundial. La concienciación ambiental y, sobre todo, los efectos del cambio climático están provocando un cambio en el paradigma energético.
Desde hace décadas está presente la idea del uso de energías “limpias”, con el objetivo de reducir el empleo de combustibles fósiles del sistema de consumo energético. Por tanto, se plantean un conjunto de cambios en los modelos de producción, distribución y consumo de energía, con el fin de hacerlos sostenibles. Dicha transición energética tiene como fin el de establecer un sistema energético basado en las energías renovables.
Este es un reto difícil, pero que responde a una situación en la que es necesario combatir los problemas ambientales, aunque también los que pueden tener repercusión sobre la salud humana.
Recursos energéticos
Diversidad de sustancias pueden ser empleadas como fuentes de energía, siendo denominadas como recursos energéticos. En la mayor parte de los casos es necesario un tratamiento físico y/o químico que favorece a su uso y los hace más eficientes. Aunque muchos de ellos son de origen natural, algunos también pueden ser sintetizados de manera industrial.
La energía obtenida de los recursos energéticos es esencial para el desarrollo de la humanidad, por lo que es interesante conocer los tipos y su disponibilidad.
Por un lado, los recursos energéticos que han permitido el rápido desarrollo de la civilización han sido los no renovables. Como su nombre indica, se encuentran limitados y se agotan. Como recursos energéticos no renovables destacan el carbón, el petróleo y el gas natural.
Los recursos energéticos renovables son aquellos que no deben de agotarse en un futuro previsible, bien porque son muy abundantes, bien porque se pueden producir de forma rápida y sencilla. El hidrógeno y la biomasa son algunos de estos recursos, en donde igualmente destacan la energía eólica, fotovoltaica y geotérmica.
También es reseñable el uso de la energía nuclear en la producción de energía, que puede ser de fisión o de fusión, dependiendo del tipo de recursos energéticos empleados: átomos pesados (uranio y cesio) para la fisión y átomos livianos en la fusión (hidrógeno y helio).
Ingeniería energética como base del cambio
Por tanto, como se viene apuntando, la transición hacia energías limpias es un proceso esencial en el desarrollo de la sociedad y que puede ser clave en el avance económico de los países.
La evolución hacia el mayor uso de las energías renovables, así como la disminución y mayor eficiencia en el consumo de recursos no renovables puede ser fundamental para el futuro de la humanidad.
Esta situación favorece a que los profesionales formados en ingeniería energética resulten determinantes para que dicha transición sea eficiente y efectiva.
Son numerosos los campos en donde se pueden trabajar, por lo que es importante llevar a cabo una correcta selección. Para ello es necesario conocer las distintas vertientes profesionales y las posibilidades que nos ofrecen. Propiedades termodinámicas, almacenamiento de energía, eficiencia energética en industria y edificios, auditorías energéticas, uso de energías renovables para la generación de electricidad y sistemas de abastecimiento novedosos son algunos de los principales focos de trabajo.
No obstante, y sintetizando, la ingeniería energética tiene como objetivo el desarrollo de herramientas que puedan ser aplicadas al sector de la eficiencia energética y las energías renovables.
El futuro de la energía
Como se viene diciendo, se pretende conseguir un futuro energético “verde” o, al menos, un lugar en donde la energía renovable juegue un papel fundamental a la hora de satisfacer nuestras necesidades.
Es esencial que cada lugar sea capaz de adaptarse a las condiciones particulares de su zona. Con esto quiero decir que, si en un lugar existe la posibilidad del uso de energía geotérmica, esta fuente sea utilizada como recurso en beneficio de otras lejanas y que deban de ser transportadas.
Debe de haber una transformación en el combustible consumido por los medios de transporte y la industria.
No obstante, el mayor de los cambios, probablemente, se produzca en nuestra salud. Se presupone que la reducción de emisiones de gases contaminantes va a favorecer positivamente en la disminución de problemas respiratorios y muertes.
En definitiva, la manera en la que generamos, almacenamos y consumimos la energía debe de cambiar en los próximos años. Esto va a tener unos costes sobre la población, pero los beneficios para la sociedad van a ser incuestionables.
Los profesionales de la energía deben de ser los guionistas principales de este cambio, encargados de realizar propuestas viables, atractivas para los gestores y sencillas de entender y ejecutar para los ciudadanos.
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