En un post anterior, comentamos los principios básicos de la Fisiología del Trabajo, la disciplina que estudia y analiza el metabolismo energético humano al realizar un trabajo. Vimos también que el metabolismo del ser humano se basa en la obtención de energía, a partir de la degradación de los alimentos ingeridos, a través de la transformación de estos empleando el oxígeno como combustible.
En reposo, los órganos vitales necesitan un aporte de energía que se traduce en un consumo de oxígeno de 0,2 a 0,3 litros/min, sin embargo, cuando se realiza un ejercicio intenso, el consumo de oxígeno se dispara de los 3 a 6 litros/min. Obviamente este consumo está condicionado por una serie de variables como pueden ser la edad, el peso y/o la condición física.
Cuando una determinada cantidad de oxígeno descompone grasas o azúcares, se libera una cantidad específica de energía, que puede ser medida por la cantidad de calor producido o por el oxígeno consumido. Ese precisamente es el principio que se usa en Ergonomía, y concretamente en la Fisiología del Trabajo, para poder medir el gasto metabólico de una persona a la hora de realizar un trabajo, y conocer si este trabajo puede llegar a producir fatiga física o no.
En la Fisiología del Trabajo existen varios métodos de medida muy generalizados, los cuales iremos viendo en próximas semanas. Hoy simplemente apuntaremos que estos métodos se dividen en dos grandes grupos:
En la Fisiología del Trabajo, la calorimetría directa mide el calor producido durante la realización de una actividad concreta. El procedimiento es el siguiente, el sujeto de estudio se coloca en un calorímetro, que es una habitación herméticamente cerrada en la cual hay una entrada y una salida de aire.
El sujeto debe realizar una determinada tarea, la que es objeto de estudio, y el calor producido e irradiado por el sujeto es absorbido por el aire circulante. La diferencia de temperatura entre el aire que entra y el que sale representa la cantidad de calor producido por el organismo.
- De Calorimetría Indirecta
Otra forma de determinar el metabolismo energético en la Fisiología del Trabajo, es medir el consumo del oxígeno del sujeto en la realización de una determinada tarea. Entre todos los equipos que pueden analizar este parámetro está la famosa Bolsa Douglas. La bolsa consiste en una pinza en la nariz y una boquilla ajustada a la boca provistas de una válvula respiratoria que va a través de un tubo a una bolsa, que recoge todo el aire espirado durante un período de tiempo determinado.
Posteriormente el volumen total de aire espirado se mide por medio de un gasómetro, analizándose una muestra para hallar el contenido de oxígeno, anhídrido carbónico y nitrógeno. Este método es muy fiable, pero las mediciones están limitadas a períodos cortos y las cargas máximas son difíciles de estudiar.
En la práctica, el empleo de estos instrumentos en la Fisiología del Trabajo, es posible solamente en situaciones más o menos estáticas. Cuando se quiere estudiar una actividad laboral en la que el sujeto se mueve continuamente o no puede llevar las mascarillas de registros de gases se acude a la medida indirecta del consumo de oxígeno a través de la Frecuencia Cardíaca (FC).
Al realizar cualquier tipo de actividad, existe una relación progresiva lineal entre la FC y el consumo de oxígeno, por tanto si se recogen las Frecuencias Cardiacas de una actividad laboral y se establece posteriormente su correlación con el consumo de oxígeno, se puede hacer una extrapolación a la actividad laboral y obtener así el gasto energético aproximado de la misma.
En las próximas semanas veremos métodos específicos de medición del gasto metabólico y de la carga física, relacionados con la fisiología y la actividad laboral.
Categorizado en:
Gestión Integrada