La lucha interna por el equilibrio emocional es la campaña más importante a la que tenemos que hacer frente. Ser capaces de controlar nuestras emociones, no sentirnos los peores ni los mejores ante determinadas circunstancias. Porque los extremos son inevitables, es de vital importancia saber gestionar nuestras emociones negativas.
Los sesgos cognitivos juegan en nuestra contra. Es decir, percibir la realidad de manera inexacta es algo bastante habitual que nos lleva al mundo de las ideas irracionales, ideas sin fundamento. “No valgo para nada”, “no soy apto”, “menudo ridículo”, “no merece la pena intentarlo”, “si lo sé no vengo”… ¿alguna vez te han asaltado estas ideas después de una entrevista de trabajo? ¿Cómo las gestionas? ¿Realmente no vales para nada? ¡No estoy de acuerdo!
La variabilidad de las emociones negativas
Cuando las expectativas son altas y no conseguimos nuestro objetivo es normal sentir frustración, ira, ansiedad… Las ideas negativas asaltan nuestra conciencia y nos devoran. Comenzamos a construir una realidad acorde a las circunstancias, al desarrollo de los acontecimientos, y fuertemente influenciada por nuestro estado de ánimo. Pero no podemos olvidar que nuestro estado de ánimo es absolutamente subjetivo. ¿Ves el vaso medio lleno o medio vacío? Para una misma situación, muy probablemente, dos personas diferentes darán respuestas opuestas. ¿Quién lleva razón?
No se trata de llevar la razón, sino de sentirnos bien con nosotros mismos, o al menos sentirnos. ¿Acaso tiene sentido alimentar esas ideas negativas que impiden nuestro crecimiento personal? Existen dos opciones: rendirnos ante los pensamientos negativos, irracionales, y dejar que nos devoren como pirañas, o prestar atención a ellos y simplemente transformarlos en pensamientos racionales, positivos, que nos permitan crecer emocionalmente. Yo me quedo con la segunda, mucho más productiva para situaciones futuras.
Cómo superar las emociones negativas
¿Has fracasado? ¿Duele la caída? ¡Levántate! Solo tú eres capaz de invertir la situación. Siente el dolor, regocíjate en él si hace falta, pero solo con el objetivo de aprender de tus errores, fortalecerte y crecer. “Lo que no me mata, me hace más fuerte”, dijo Friedrich Nietzsche, pero esto solo se cumple cuando somos capaces de gestionar nuestras emociones positivamente. ¿Cómo puedo hacerlo?
Es un trabajo constante, que precisa de esfuerzo diario, pero no es difícil. El primer paso es reconocer que estos momentos de dolor son potencialmente sanos; el segundo utilizar las herramientas que nos permitan tornar los negativos en positivos. Yo planteo una propuesta sencilla, un comienzo para aquellos que deseen iniciarse en la gestión emocional. La estrategia consiste en controlar nuestro tráfico de pensamientos y detectar aquellos que son negativos. Una vez detectados, los cambiaremos por pensamientos positivos. Los pasos a seguir son:
- Ante situaciones que nos hacen sentir incómodos, presta atención a los pensamientos que tienes justo en ese momento.
- Identifica todos aquellos pensamientos con connotaciones negativas (fracaso, sentimiento de culpa, odio, etc.).
- Grita ¡basta! en tu interior. Pon freno a toda esa nube tóxica de ideas.
- Sustituye los pensamientos negativos por pensamientos positivos.
Quizá parezca complicado eso de transformar así como así lo negativo en positivo. Si te parece imposible, los siguientes ejemplos te demostrarán que solo se trata de un pensamiento irreal:
¡Encontrar un empleo es muy importante, pero lo es aún más mantenerse sano si no lo encontramos!