¿Sabías que en un entorno profesional donde se exige más liderazgo, más agilidad y más resultados, muchos directivos se sienten bloqueados? Aunque no siempre comparten abiertamente esa sensación, el liderazgo puede convertirse en una tarea difícil de gestionar.
El coaching ejecutivo no se presenta como una fórmula infalible, pero sí como una vía concreta y contrastada para que directivos, mandos intermedios y responsables de equipo puedan trabajar su desarrollo profesional desde un enfoque más claro y estratégico
¿Qué es el coaching ejecutivo y por qué es cada vez más demandado?
A grandes rasgos, el coaching ejecutivo es un proceso de acompañamiento personalizado, pensado para aquellos profesionales con responsabilidades dentro de una organización, es decir, para aquellas personas que gestionan equipos, dirigen unidades de negocio o participan en la toma de decisiones estratégicas.
Hablamos de un proceso estructurado, cuyo propósito es mejorar la eficacia del liderazgo y, en general, potenciar competencias clave para gestionar personas y proyectos.
¿Y por qué se está implementando en cada vez más empresas? Las razones son muchas pero a diferencia de una formación tradicional, el coaching no busca “enseñar ” nada en sentido estricto.
El valor del coaching está en ofrecer un espacio profesional donde el líder pueda trabajar con claridad sobre sus bloqueos, su estilo de gestión, o simplemente reorganizar su enfoque para ser más eficaz.
¿Cuáles son los 4 tipos de coaching que existen?
Cabe destacar que el coaching no es una práctica única. Aunque según el contexto, los objetivos y el perfil del cliente, pueden distinguirse distintos enfoques:
Coaching personal: más centrado en objetivos vitales o de desarrollo emocional.
Coaching educativo: especializado en entornos escolares o formativos.
Coaching deportivo: se vincula al rendimiento competitivo y a la motivación.
Coaching ejecutivo: trabaja sobre el desempeño profesional en entornos organizativos.
¿En qué se diferencia el coaching ejecutivo y empresarial de otros tipos?
Como decíamos, el coaching ejecutivo está pensado para quienes tienen que tomar decisiones que afectan a otras personas o al negocio en general. Por lo tanto no trabaja lo emocional como punto de partida, sino aspectos funcionales, aunque evidentemente lo emocional siempre aparece.
No obstante, a diferencia de un mentor, el coach no te dice lo que haría él ni te da consejos. Más bien hay preguntas, observación y todo gira en torno a lo que el cliente necesita cambiar o revisar. Por tanto, el punto de partida lo pone el profesional sus conflictos, sus decisiones y sus dudas.
En el coaching ejecutivo el proceso se construye sobre la marcha, en función de lo que va apareciendo en cada sesión.
El modelo 4S: un marco útil para trabajar el liderazgo
Por tanto, sabiendo que no hay un modelo fijo, se recurre a algunos marcos que ayudan a dar estructura. Uno de los más conocidos es el modelo 4S, el cual resulta útil cuando se quiere revisar de forma ordenada cómo está funcionando un perfil directivo.
¿En qué consiste? Básicamente, en analizar cuatro áreas clave:
Self, es decir, el “yo” del líder. Cómo se ve a sí misma la persona, qué busca, qué le mueve. Aquí entran el propósito profesional, la identidad y también el nivel de desgaste, si es que lo hay.
Skills, o las habilidades concretas. Desde cómo escucha hasta cómo delega. También cómo maneja conflictos, cómo comunica o cómo da feedback.
Strategy, este punto tiene tiene más que ver con la visión: si hay claridad en los objetivos, si se sabe priorizar, si las decisiones que se toman tienen sentido a medio plazo o solo resuelven el corto.
Y por último, System, que es todo lo que le rodea: la cultura de la organización, las dinámicas del equipo, el tipo de relaciones que se dan dentro del sistema en el que esa persona lidera.
¿Cuándo tiene sentido iniciar un proceso de coaching ejecutivo?
Realmente, no hay un único momento adecuado. Pero existen ciertas situaciones propicias para implementar este tipo de procesos.
Por ejemplo, si estás a punto de asumir nuevas responsabilidades y necesitas prepararte bien. O cuando hay tensiones o dinámicas en el equipo que no estás sabiendo resolver. Otros momentos frecuentes en los que se recurre al coaching para líderes son cuando se cambia de rol, o se asume más responsabilidad sin tener del todo claro cómo reorganizarse.
Lo que sí sabemos es que, según el estudio de Lore International Institute, cuanto antes se actúe, mejores son los resultados. Este informe, que analizó más de 200 procesos de coaching en empresas multinacionales, reveló que el 87 % de los participantes mejoró su capacidad para liderar equipos, y un 70 % registró mejoras concretas en su rendimiento global.
Más interesante aún, muchas de las organizaciones que participaron en el estudio observaron retornos claros de la inversión (ROI) en términos de eficiencia, productividad y reducción de conflictos. Es decir, el impacto no solo se queda en el plano individual sino que también repercute directamente en los indicadores de negocio.
Coaching, mentoring y formación: ¿qué los diferencia?
Son tres conceptos distintos que a menudo se confunden o se utilizan como sinónimos, aunque no lo sean.
Y es que, como decíamos, el coaching empresarial parte del presente del cliente, no de un temario ni de la experiencia de otro. El mentor comparte lo que ha vivido, ofrece su visión y da consejos. Mientras que el formador transmite conocimientos y ofrece herramientas estándar.
Herramientas que se utilizan en coaching ejecutivo
Se pueden utilizar múltiples herramientas en función de cada una de las situaciones, pero hay algunas que se aplican comúnmente:
Feedback 360°, para entender cómo se percibe el liderazgo desde distintos ángulos.
DAFO personal, para mapear fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas internas.
Mapas de valores, para revisar si lo que se está haciendo está alineado con lo que se quiere.
Ruedas de competencias, que permiten detectar desequilibrios en habilidades clave.
A veces también role-playing, o análisis de casos reales que el cliente trae a la sesión.
Beneficios del coaching empresarial: qué cambia de verdad
Tomar de decisiones con más criterio
Tomar decisiones implica valorar una infinidad de aspectos, como saber cuándo actuar, qué priorizar y con qué información contar. El coaching ayuda a ordenar todas las variables de modo que la toma de decisiones no dependa únicamente de intuición.
Delegar mejor
Muchos líderes no delegan, ya sea por falta de confianza o porque piensan que explicar la tarea les va a suponer más tiempo que hacerlo ellos mismos. En ambos casos, el coaching permite revisar ese patrón y construir una forma de legegar que no signifique perder el control, sino ganar tiempo.
Mejorar la comunicación
Este es un aspecto en el que muchas personas necesitan mejorar, aunque no siempre son conscientes de ello. Ser capaz de transmitir las ideas con claridad y sencillez es el primer paso para que todo el trabajo posterior se desarrolle de forma adecuada. Esta habilidad también se puede entrenar, y el coaching para liderar se centra, precisamente, en potenciar una comunicación más efectiva, adaptada al contexto y al perfil de cada interlocutor, para evitar malentendidos y mejorar la colaboración.
Recuperar visión de conjunto
Fijar el rumbo y mantener la perspectiva es igual de importante. Cuando todo parece urgente, la posibilidad de que las prioridades no estén claras aumenta. En este sentido, el coaching ejecutivo ayuda a tomar distancia y observar la situación desde una perspectiva externa, para revisar con mayor objetividad qué es prioritario, qué aporta valor y qué se puede relegarse a un segundo plano. De esta manera, el liderazgo se vuelve más estratégico. Conoce más sobre ejercicios de liderazgo.
Ejemplos reales de coaching ejecutivo
Ejemplo caso 1: Un caso podría ser un director que, a pesar de tener una trayectoria impecable, mantenía roces constantes con otras áreas. Este director no era consciente de cómo su estilo, muy directo y resolutivo, se interpretaba desde fuera como agresivo y poco asertivo. Por ello, se decidió trabajar en ajustar su comunicación. No tardó mucho en notar la diferencia con menos fricción y una colaboración más fluida con el resto de departamentos.
Ejemplo caso 2: En esa ocasión una profesional responsable de un equipo pequeño empezó a notar cambios en su proactividad y una menor iniciativa. No era desmotivación, pero sí desde luego cierto bloqueo, surgido tras varios choques con su responsable, lo que provocó inseguridad y dudas sobre la validez de su criterio. Durante el proceso de coaching, se revisó cómo tomaba decisiones, dónde se frenaba y por qué. Progresivamente, recuperó su seguridad y su equipo, sin que ella lo propusiera, empezó a aportar más también.
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