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Domina los objetivos SMART y transforma tus metas en resultados concretos

¿Te has propuesto alguna vez una meta ambiciosa y a medio camino has dudado sobre si lo estabas haciendo bien? Esta situación puede evitarse si haces una buena definición de tus objetivos smart.

Cuando un equipo, un profesional o una empresa tiene claro qué quiere conseguir y cómo medir su avance, todo parece funcionar mejor.

Y eso es precisamente lo que busca el método SMART, dar forma a las metas para que dejen de ser algo abstracto y se conviertan en planes concretos a seguir.

A lo largo de este artículo descubrirás qué son los objetivos SMART y cuándo es aconsejable implementarlos.

¿Qué son los objetivos SMART y por qué funcionan?

En primer lugar, vamos a definir este término. Las siglas SMART responden a las iniciales en inglés «específico, medible, alcanzable, realista y acotado en el tiempo». Estas cinco cualidades son esenciales para que se pueda cumplir cualquier objetivo bien definido.

Se desarrolló en los años 80, pero su vigencia es total porque ayuda a pensar con claridad y a tener siempre presente lo que se quiere conseguir.

Cada una de esas letras representa un propósito concreto que mejora la ejecución. En definitiva, al aplicar el enfoque SMART a cualquier meta, ya sea de marketing, desarrollo profesional o de mejora interna, se facilita tanto la planificación como el seguimiento.

Desglosando cada componente del método SMART

Específico

Cuanto más claro sea lo que propones, más sencillo será dirigir los esfuerzos. En lugar de plantear «mejorar la visibilidad en redes», que puede sonar algo impreciso, propón mejor: «aumentar en un 20% los seguidores en Linkedin»

Medible

Si no sabes cómo vas a evaluar el progreso, será dificil saber si estás en el camino correcto. Seguro que alguna vez has escuchado «lo que no se puede medir, no existe«. Por eso, se recomienda definir indicadores claros, ya sean ventas, visitas o conversiones, lo que sea más relevante según el objetivo.

Alcanzable

Un objetivo debe suponer un reto, pero también debe estar dentro del marco de lo posible. Ten en cuenta que si nos fijamos objetivos inalcanzables, podemos generar frustración y desmotivación y, obviamente, no queremos eso. Por tanto, hay que situar el objetivo dentro de la situación actual y de los recursos disponibles.

Realista

Este punto está estrechamente ligado al anterior, es decir, es importante tener en consideración los esfuerzos que podemos hacer, al igual que los límites, para lograr lo que nos hemos propuesto.

Temporal

Necesariamente, las metas requieren un horizonte temporal. Contar con un plazo claro, permite establecer una planificación mucho más ajustada.

 

Qué son los objetivos SMART

 

Aqui tienes una plantilla sencilla para redactar tus objetivos SMART

Si nunca has usado esta metodología o quieres una guía clara para aplicarla, aquí tienes un esquema práctico para construir tus propios objetivos paso a paso:

1. Parte de una idea general

Piensa en algo que quieras mejorar, lograr o cambiar. No te preocupes si al principio suena un poco vago, es parte del proceso. Por ejemplo: “Quiero que más personas conozcan nuestro servicio”.

2. Acláralo un poco más

¿Qué significa exactamente “más personas”? ¿A través de qué canal? ¿En qué periodo? Reformula la frase anterior: “Queremos atraer nuevos visitantes a nuestra web”.

3. Añade una cifra que puedas seguir de cerca

Eso te ayuda a medir si el esfuerzo va funcionando bien o no. Por ejemplo: “Aumentar en un 20 % el tráfico al blog”.

4. Revisa si es factible

¿Tienes tiempo, herramientas y personas para hacerlo? ¿Has conseguido crecimientos similares antes? Si ves que es posible, sigue adelante.

5. Sé realista

Que sea retador no significa que tengas que morir en el intento. Si hace falta ajustar, ajusta.

6. Marca una fecha

Si no hay un plazo, es fácil dejarlo para más adelante. Por ejemplo: “…antes de que acabe el trimestre”.

Tu objetivo final podría quedar así:

“Aumentar un 20 % el tráfico al blog antes del 30 de junio, con contenidos optimizados para búsquedas clave”.

¡Y listo! Ya no estás ante una idea abstracta, sino ante un objetivo real, medible y útil.

Beneficios de trabajar con objetivos SMART

Como te decía, cuando un equipo se orienta con metas bien definidas, se agilizan muchas de las dinámicas del día a día. Así, implementar este enfoque puede aportar beneficios que se notan desde el primer momento.

Aquí te dejo algunos de los más destacados:

  • Ayuda a que todos tengan claro la meta común a la que se quiere alcanzar y trabajen en conjunto para llegar a ello, mejorando la coordinación.
  • Hace más fácil establecer prioridades, especialmente cuando los recursos son limitados.
  • Ofrece una base objetiva para valorar si se está avanzando o no.
  • Genera más compromiso e implicación, ya que cada logro se puede visualizar y medir.

metas smart

3 ejemplos de objetivos SMART

Tal y como apuntábamos al inicio, los objetivos SMART se pueden aplicar a distintos ámbitos, pero en este caso vamos a ver algunos ejemplos aplicados a la gestión empresarial.

  • Conseguir que el blog mejore su posicionamiento en los motores de búsqueda y reciba más visitas, fijando como meta un crecimiento del 25% en los próximos seis meses, gracias a contenidos optimizados para términos clave.
  • Acortar los tiempos de respuesta en atención al cliente, de forma que al menos 9 de cada 10 consultas se resuelvan en menos de 24 horas durante el siguiente trimestre.
  • Lograr que más personas se suscriban a la newsletter, con el objetivo de aumentar un 15% la base de datos antes de que acabe el trimestre, apoyándonos en una campaña específica en redes sociales.

¿Cómo aplicar el método SMART en tu día a día?

Puedes implementar esta metodología en proeyctos personales, tareas de equipo o cualquier objetivo que tengas en tu vida.

¿Por dónde empezar? Basta con hacerte estas cinco preguntas:

  • ¿Tengo claro lo que quiero lograr?
  • ¿Cómo voy a medir los avances?
  • ¿Es posible alcanzarlo con los recursos que tengo?
  • ¿Tiene sentido en el contexto actual?
  • ¿En qué plazo quiero conseguirlo?

Metas y objetivos SMART no son lo mismo

Aunque son conceptos que están estrechamente relacionados, no son exactamente lo mismo.

La principal diferencia está en que mientras las metas marcan un destino general, normalmente en el medio y largo plazo, los objetivos SMART son los hitos que tienen que conseguirse para llegar hasta él.

Por ejemplo, una empresa puede plantearse como meta ser un referente en su sector. Sin embargo, para conseguirlo deberá apoyarse en acciones más concretas como aumentar su visibilidad o lanzar productos innovadores.

¿Qué hacer si no se alcanza un objetivo SMART?

Es algo que puede pasar. Por muy definido y planificado que tengamos esta hoja de ruta, a veces ocurren cosas que no se contemplan.

En este caso, es importante no frustarse e intentar comprender por qué no se ha cumplido.

Cabe analizar si, el plazo era demasiado ajustado o se presentaron imprevistos que no se pudieron prever.

Tal vez el objetivo no estuviera tan bien planteado como creíamos o que justo en ese momento no tuviera sentido.

En cualquier caso, se puede reformular el objetivo o incluso dividirlo en partes más pequeñas.

ejemplos objetivos smart

Errores habituales al definir objetivos SMART

Aunque en apariencia la metodología SMART resulta sencilla, puede ser habitual cometer los siguientes fallos, incluso en equipos con experiencia.

Aquí te dejo los que más se repiten:

Plantear metas que suenan muy bien, pero no dicen nada concreto

Por ejemplo, «mejorar la presencia digital» o «dar un mejor servicio» son frases que no permiten visualizar cuál es exactamente el objetivo que se quiere conseguir, ni tampoco medirlo. Por eso, es necesario evitar ambigüedades.

No ajustar bien el objetivo

Ya sea por exceso o por defecto. Igual de contraproducente es un objetivo que no plantea ningún desafío como aquel que es inalcanzable. Habrá que plantear uno equilibrado, ambicioso y asumible teniendo en cuenta los recursos disponibles.

Medir por medir 

A veces por desconocimiento, se plantean indicadores que realmente no ayudan a conocer la evolución del proyecto. Es más eficaz centrarse en pocas métricas, pero que realmente aporten información útil, que un listado interminable de datos.

No considerar el contexto

Aunque un objetivo nos parezca bien cuando lo planteamos sobre el papel, puede ser que en la práctica no tenga sentido por diversas circunstancias, como la capacidad del equipo o los recursos reales. Por todo ello, es importante ajustarlo a la situación concreta.

Olvidarse del seguimiento

Es parte del trabajo hacer el seguimiento de aquello que se ha planteado. Si no vas a revisar los objetivos de forma periódica, no tiene sentido plantear la metodología SMART.

Ventajas frente a otras metodologías de planificación

Hay otras metodologías válidas a la hora de definir objetivos, las cuales ayudan igualmente a planificar mejor y entender en qué contexto puede encajar cada uno.

Una de las más conocidas es el método DUMB, cuyo nombre significa irónicamente «tonto» en inglés, y propone lo contrario: establecer metas muy ambiciosas, casi idealistas.

Estas siglas hacen referencia a objetivos guiados por sueños (Dream-driven), inspiradores (Uplifting), compatibles con una metodología clara (Merhod-based) y que impulsen comportamientos concretos (Behavior-driven).

Aquí no importa tanto si el objetivo se puede lograr, sino más bien si motiva y empuja a la acción.

También está el método CLEAR, aunque más novedoso y pensado para entornos ágiles, sus siglas responden a Collaborative, Limited, Emotional, Appreciable y Refinable.

El propósito principal se centra en que los objetivos se puedan adaptar en el tiempo, que conecten emocionalmente con el equipo, así como estar orientados a logros visibles a corto plazo.

Entonces, ¿por qué decantarse por SMART?

Principalmente, porque a diferencia de otras metodologías, SMART se orienta a la ejecución, mientras que otras, como las que acabamos de citar priorizan la motivación o la flexibilidad.

Además, también se adapta bien tanto a contextos estables como a proyectos on tiempos cerrados o recursos limitados.

Diferencias entre objetivos SMART Y OKR

Aunque puedan parecer lo mismo, no lo son. Los objetivos SMART funcionan muy bien cuando lo que buscas es concretar metas desde una perspectiva muy clara sobre lo que quieres conseguir, cómo lo vas a medir y en cuánto tiempo.

Por otro lado, los OKR (Objetives and Key Results) parten de una lógica distinta porque, en lugar de centrarse en un objetivo definido, plantean metas inspiradoras.

Se usan especialmente en entornos dinámicos o cuando el equipo necesita trabajar con metas más ambiciosas pero, como te digo, no siempre son 100% alcanzables.

En resumen, si necesitas concreción, el método SMART puede ayudarte a centralizar todos los esfuerzos hacia un logro claro. Si por el contrario, tu prioridad es movilizar al equipo hacia una visión más amplia, los OKR pueden ser una buena alternativa.

Si quieres profundizar más sobre la motivación de equipos y liderazgo efectivo, te invitamos a ver uno de los episodios de nuestro podcast, Territorio INESEM, donde charlamos con el experto MIguel Villamil sobre todo esto.

Categorizado en: Gestión Empresarial

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