El secreto de la libertad radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía está en mantenerlos ignorantes.
Maximilien Robespierre, “El incorruptible”
Corruptela, latrocinio, caterva política y oprobio nacional.
Palabras que hemos patentado, explotado y padecido los españoles desde hace tiempo ya bajo los pseudónimos Gürtel, Urdangarín, Millet, Campeón, Brugal y un largo y vergonzoso etcétera.
Palabras que bajo la mediatización periodística, el delirio de las masas, el frote de manos de los abogados y la indignación de los ciudadanos, copan y copan los periódicos españoles de un modo alarmante y frustrante.
• Imputado por facturas falsas a Nóos otro profesional de ESADE
• El juez imputa a Crespo por irregularidades en la visita del Papa a Valencia
• Las “mujeres de” o presuntas corruptas
• “Caso Campeón”: Seis causas y 50 imputados
¿Qué hemos hecho nosotros para merecer esto?
Cierto es que la idiosincrasia española tiene su culpa. El caciquismo decimonónico se reproduce en los baronazgos de partido y en los señoritos políticos, quienes con la osadía de la que sólo goza el ignorante, acuden a los foros autonómicos y nacionales a decidir el futuro de sus conciudadanos. Y luego está claro, el lazarillo, el clásico pillo; otro producto nacional siempre bien visto y aceptado.
Mi teoría es que esos tópicos están ahí, y son reales, pero que el auténtico problema que enfrenta la sociedad española respecto a sus políticos es la falta total y absoluta de pudor. Y es que, por no guardarse, no se guardan ni las formas.
El popurrí que se gesta en torno a estos delitos no ayuda a un diagnóstico adecuado del problema. Para empezar llamemos a las cosas por su nombre:
• El imputado: es al que se acusa de cometer el delito; y es imputado porque hay pruebas en su contra como para derribar la presunción de inocencia (que no se derriba así como así, por cierto). El imputado surge durante la fase de instrucción del delito, esto es, mientras se practican las investigaciones. ¿Nomenclaturas equivalentes?: inculpado, encartado, encausado, querellado, procesado (tras el auto de procesamiento, que finaliza la instrucción), presunto culpable, presunto reo…
• El acusado: es también al que se acusa de cometer el delito, pero esta vez, en el juicio oral, que es la fase de enjuiciamiento del delito. O sea, donde se dice si uno es inocente o culpable, y cúanto de lo uno y de lo otro.
¿Se puede ser imputado y acusado? Claro, es lo normal. ¿Se puede ser imputado y no acusado? Sí señores políticos, es cierto que se puede. ¿Se puede ser acusado y no imputado? También por cierto, cuando tras la investigación aparecen otros “no tan presuntos” chorizos.
Y vale, yo entiendo que el vocabulario de los juristas es muchas veces incomprensibles y obtuso. Pero, háganme caso, a todos nos encanta la RAE, pero no acudan a ella para tratar de comprender los palabros jurídicos: no sirve de nada; si acaso, para confundirles más.
Por más frustrante que sea, dejemos la justicia a los jueces. Todo el mundo tiene una opinión política (algunos hasta tienen criterio político) pero de poco ayuda a nuestro famélico sistema judicial que paralelamente a su complicada labor, se produzca una caza de brujas.
Mi opinión, al menos…
Agustín M.Lasanta
DEPARTAMENTO JURÍDICO
Categorizado en:
Jurídico
Comentarios
¡Exquisito! Yo también comparto esa opinión.Los vocablos son una gran baza para practicar el despiste y ocultarse bajo el parapeto de la ignorancia generalizada que anestesia a este país, algo que respalda la cita que encabeza este post.
Y es que cuando el río suena…
Hablando de corruptos y corruptelas, aquí os dejo una noticia que puede interesar, aunque estoy segura de que, por desgracia, no sorprenderá a nadie.
http://www.publico.es/internacional/440288/el-promotor-del-eurovegas-inmerso-en-una-trama-de-sobornos-en-china
Saludos