Cuando hablamos de hacker nos viene a la cabeza la imagen del típico “malo” o estudiante superdotado con grandes conocimientos en informática y sudadera con capucha, que vulnera la seguridad de grandes empresas o entidades gubernamentales desde su ordenador.
Nada más lejos de la realidad. Existe el hacking ético, una rama profesional, legal y cada vez más demandada, que se ha convertido en una herramienta clave para proteger nuestros sistemas y datos en una era dominada por la tecnología.
¿Qué es el hacking ético y cómo se relaciona con la ciberseguridad? En esencia, se trata de emplear los mismos métodos y herramientas que usaría un atacante malicioso, pero con fines legales y controlados. De ahí que también se conozca como ataques informáticos éticos.
A día de hoy la globalización virtual es un hecho. Por tanto, no es de extrañar que vayan en aumento los ataques informáticos perpetrados por hackers y crackers, usando técnicas cada vez más sofisticadas y difíciles de detectar, con fines económicos, políticos o incluso geoestratégicos.
Frente a este panorama, muchas empresas —grandes y pequeñas— sienten la presión de protegerse, pero no siempre saben cómo. Aquí es donde entra en juego el hacker ético, una figura que no solo “pìensa como el enemigo”, sino que actúa antes que él.
El hacking ético: pensar como un atacante para proteger
Si nos ceñimos a la definición tradicional de hacker como una “persona con grandes conocimientos de informática que accede ilegalmente a sistemas ajenos”, cuesta imaginar que esta figura se utilice desde un punto de vista ético y profesional.
Sin embargo, esto es exactamente lo que plantea el hacking ético: emplear las mismas técnicas que usaría un atacante, pero con autorización y un fin legítimo. Se trata, en definitiva, de encontrar debilidades antes de que lo haga un ciberdelincuente.
Este concepto, acuñado hacia 1984 por el periodista Steven Levy, se ha profesionalizado con los años. El hacker ético —también llamado de “sombrero blanco”— realiza auditorías de seguridad, analiza redes, sistemas y dispositivos, y asesora a empresas para que sus infraestructuras digitales sean más robustas.
A menudo, es el profesional que mejor entiende los puntos ciegos que otros no ven: la combinación de tecnología, errores humanos y falta de cultura de seguridad.
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¿Por qué recurrir a un hacker ético?
Muchas empresas se preguntan: “¿De verdad necesito esto?” La respuesta suele llegar tarde, tras sufrir un incidente: robo de datos, ransomware, sabotaje o pérdidas económicas por parálisis operativa. El problema es que, en ciberseguridad, la prevención suele ser más barata y eficaz que la reparación.
El hacking ético permite adelantarse a los ataques. Aporta una visión externa y crítica del sistema, capaz de simular comportamientos reales de un atacante. Además, proporciona un informe detallado con recomendaciones claras, lo que lo convierte en una herramienta no solo técnica, sino estratégica.
Uno de los mayores puntos de dolor de los responsables de sistemas o empresarios es el desconocimiento técnico: no saber por dónde pueden entrar los atacantes, ni cómo detectar una brecha a tiempo. El hacker ético traduce esa incertidumbre en un diagnóstico preciso.
Pen tests: pruebas para encontrar lo invisible
Las llamadas pruebas de penetración o pen tests son el núcleo del trabajo del hacker ético. Se trata de simulaciones controladas de ataques, que permiten detectar puntos débiles y evaluar el impacto real de una vulnerabilidad explotada.
Estas pruebas pueden abarcar desde aspectos técnicos (como redes, servidores o dispositivos) hasta el factor humano, a menudo el eslabón más débil. La ingeniería social —que explota el descuido, la confianza o el desconocimiento del usuario— es parte esencial del hacking ético moderno.
Tipos de pen test:
- Externo: simula un ataque desde fuera de la red corporativa. El objetivo es comprobar si un atacante sin acceso interno podría penetrar la red.
- Interno: simula lo que podría hacer un empleado con permisos limitados o un atacante que ya ha conseguido acceso. Evalúa la contención y segmentación del sistema.
Ambos son necesarios para tener una visión completa del nivel de seguridad de una organización.
Fases y estrategias del pentesting
Un pen test profesional sigue varias etapas bien definidas: recopilación de información, escaneo de vulnerabilidades, explotación, escalada de privilegios y elaboración de un informe. Durante todo el proceso se trabaja bajo parámetros legales, éticos y técnicos, y se documenta cada paso.

En cuanto a las técnicas, el abanico es amplio: desde el escaneo de puertos con herramientas como Nmap o Nessus, hasta ataques más sofisticados como phishing o el uso de honeypots para detectar intrusiones.
Algunas estrategias especialmente efectivas incluyen:
- Revisión de parches mal aplicados.
- Ingeniería social: desde tirar de la papelera hasta engañar con amabilidad.
- Shoulder surfing: obtener información simplemente observando.
- Pruebas físicas (robo de dispositivos, acceso a zonas restringidas).
Uno de los mayores temores en las empresas es la falsa sensación de seguridad. Sistemas que parecen blindados pueden caer por una contraseña débil o una configuración mal hecha. El hacking ético lo demuestra sin que cueste una crisis.
¿Cómo se forma un hacker ético?
Aprender hacking ético es clave para quienes buscan una carrera en ciberseguridad. No basta con saber programar. Un hacker ético debe tener una base sólida en redes, sistemas, scripting, criptografía y normativa legal. La formación continua es esencial, y existen certificaciones reconocidas como:
- CEH (Certified Ethical Hacker)
- OSCP (Offensive Security Certified Professional)
- CompTIA Security+
Además, debe saber comunicar. Un buen hacker ético no solo detecta vulnerabilidades, sino que traduce riesgos técnicos a un lenguaje comprensible para la empresa, ayudando a priorizar y actuar.
El valor del hacker ético en la empresa
Más allá de las pruebas técnicas, la labor del hacker ético también permite medir la madurez digital de una organización. ¿Los empleados saben detectar un correo fraudulento? ¿Existen protocolos de contingencia ante un ataque? ¿Se realizan copias de seguridad correctamente?
Contar con un profesional de este perfil es más que una medida de seguridad: es una inversión en reputación, cumplimiento normativo (como el RGPD), continuidad de negocio y confianza de clientes y socios.
¿Qué diferencia hay entre un hacker ético y un hacker “malo”?
Aunque comparten habilidades, conocimientos técnicos e incluso herramientas, la diferencia entre un hacker ético y uno malicioso no está en la técnica, sino en la intención, el marco legal y el consentimiento.
El hacker ético trabaja bajo contrato, con autorización expresa, y su objetivo es proteger los sistemas y mejorar su seguridad. A menudo, su labor está sujeta a normativas legales y códigos éticos, y se documenta todo lo que hace con transparencia. En cambio, el hacker malicioso (también conocido como hacker de sombrero negro) actúa sin permiso, persiguiendo fines personales como el beneficio económico, el sabotaje o el robo de información.
Mientras uno ayuda a fortalecer los sistemas de empresas, gobiernos o particulares, el otro busca explotarlos. El hacker ético se convierte en una pieza clave dentro del equipo de ciberseguridad, mientras que el malicioso es una amenaza constante y cambiante.
Ambos pueden usar técnicas similares —como escanear puertos, explotar vulnerabilidades o aplicar ingeniería social—, pero solo uno lo hace para evitar un ataque real. En muchos casos, la eficacia del hacking ético radica precisamente en eso: pensar como un atacante, pero actuar antes que él.
Por tanto, la pregunta no es si necesitas protegerte, sino si estás haciendo algo hoy para evitar ser el siguiente objetivo mañana.
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Una profesión con futuro… y presente
El hacking ético no es el futuro: es el presente de la ciberseguridad. La alta demanda, la especialización constante y la responsabilidad que conlleva hacen de esta profesión una opción atractiva y muy valorada en el sector IT.
Lejos de ser un “villano reformado”, el hacker ético es un perfil técnico con vocación de servicio, pasión por la seguridad y un compromiso ético incuestionable. En un mundo donde los ciberataques no son una posibilidad, sino una certeza, su papel es más necesario que nunca.
Comentarios
Creo en las bondades de las personas y por tanto también en la de los hackers de sombrero blanco o éticos.
Muy interesante el artículo.
y es que el informático siempre tiene que estar al tanto de todo, incluso para expertos no viene nada mal recordar las cosas que en un pasado fueron relevantes.