Las bebidas alcohólicas se consumen de manera habitual en nuestro entorno desde edades tempranas, sin embargo, el alcohol o etanol presenta gran poder adictivo y altera varios procesos biológicos como puede ocurrir con otro tipo de drogas. La diferencia con otras sustancias adictivas es que el alcohol está aceptado socialmente, por lo que se debe advertir a la población de que además de provocar excitabilidad y desinhibición, puede afectar el estado nutricional, así como modificar la respuesta del organismo a algunos medicamentos. En este sentido, combinar alcohol y medicamentos puede ser peligroso para la salud del consumidor.
Proceso LADME del alcohol
Como cualquier sustancia que entra al organismo, el alcohol sufre el proceso LADME (Liberación, Absorción, Distribución, Metabolismo y Excreción), en concreto, como este se administra vía oral en forma líquida, no necesita liberación, experimentaría el proceso ADME.
Al ingerir etanol, este se absorbe por difusión pasiva (80% intestino delgado, 20% estómago) debido a su bajo peso molecular y naturaleza anfolítica. La velocidad de absorción dependerá del tipo de bebida, la concentración de alcohol, vascularización de la zona, toma simultánea de alimentos, enzimas metabolizadoras y genética del individuo.
Una vez se absorbe, la distribución del alcohol se produce de forma libre, sin unión a proteínas plasmáticas. Por tanto, al igual que el agua, puede atravesar de forma rápida las membranas biológicas y alcanzar sangre y tejidos. Como viaja acompañado del agua corporal, este presentará mayor concentración en los tejidos con más vascularización como el riñón, hígado, cerebro y placenta o en personas con mayor porcentaje de agua corporal.
El metabolismo del alcohol se lleva a cabo de forma prioritaria en el hígado, gracias a las enzimas alcohol deshidrogenasa (ADH) y acetaldehído deshidrogenasa, que lo transforman en ácido acético, un metabolito poco tóxico, el cual se elimina por la orina.
¿Cómo influye el alcohol en los medicamentos?
La combinación alcohol y medicamentos puede alterar los mecanismos farmacocinéticos y farmacodinámicos de los medicamentos debido a diferentes causas. Por ejemplo, el alcohol puede interferir en la liberación de los medicamentos, disolviendo las cápsulas, que normalmente se emplean para mantener el principio activo protegido por más tiempo, y liberar de forma precoz el fármaco que será absorbido y distribuido de forma anormal.
Respecto a la absorción, la ingesta excesiva de alcohol provoca irritación de la mucosa intestinal, por lo que altera la superficie disponible, dificultando que el principio activo atraviese las membranas intestinales y llegue a sangre. Esto se traduce en una disminución de la biodisponibilidad y, por tanto, podría no alcanzarse el efecto perseguido con esa dosis.
Sin embargo, el alcohol no suele interferir en el proceso de distribución, ya que, tal como se indica anteriormente, este no se une a proteínas plasmáticas y, como resultado, no habría competencia con los medicamentos (que sí se unen). En casos de consumo crónico de alcohol sí se ha demostrado una disminución de la albúmina (proteína plasmática) lo que afectaría indirectamente a la distribución de los fármacos, los cuales tendrían menos proteínas para unirse. Así, mayor concentración de medicamento quedaría libre en sangre y podría dar lugar a dosis tóxicas o cambios en la acción terapéutica.
Pero es en el metabolismo donde más influye la relación “alcohol y medicamentos”, ya que el alcohol es un xenobiótico y como tal compite con los fármacos por los sistemas de detoxificación.
Asimismo, el efecto que provoca es diferente según se produzca una ingesta ocasional o habitual de alcohol. La ingesta ocasional provoca una menor metabolización de medicamentos, puesto que alcohol y medicamentos compiten sobre el citocromo P-450 (sistema que transforma las sustancias extrañas en inocuas).
Esto ocasiona que menos fármaco se elimine, permaneciendo más tiempo en el organismo pudiendo alcanzar niveles tóxicos aun siguiendo la posología recomendada por el facultativo. La ingesta habitual, por el contrario, induce ciertas enzimas del citocromo P-450 y se produce una metabolización de los fármacos más rápida, así la dosis podría resultar insuficiente para alcanzar el efecto deseado.
¿Cuánto tiempo debo esperar hasta que pueda consumir alcohol después de tomar un medicamento?
No podemos darte una respuesta inequívoca. El tiempo que deberás esperar para poder beber alcohol tras la ingesta de un medicamento depende de cada medicamento en sí. Por ello, siempre es aconsejable leer el prospecto médico en busca de esta información si nos asaltan las dudas. Por regla general, se recomienda no tomar nada de alcohol mientras uno esté en un tratamiento farmacológico. Ten en cuenta que el cuerpo suele tardar de media unas cinco horas en eliminar todo el alcohol, aunque esto depende de cada persona.
Aunque todo el mundo se pregunte "¿después de cuántas horas de haber ingerido alcohol puedo tomar medicamento?", pero como decimos, ten en cuenta que de media el cuerpo tarda unas cinco horas en eliminar todas las sustancias tóxicas. Y esto, en el mejor de los casos, así que, desde INESEM, te animamos a que siempre tengas que ingerir algún medicamento, evites tomar alcohol.
Entonces, ¿qué pasa si tomo alcohol y medicamentos?
¿Qué pasa si tomas alcohol y paracetamol? El Paracetamol presenta cierto riesgo de hepatotoxicidad si se ingiere a altas dosis, por tanto, si se acompaña de alcohol, el fármaco se metaboliza menos y podría aumentar la concentración del mismo, incrementando la probabilidad de daño hepático.
Los antiinflamatorios, como el Ibuprofeno, Naproxeno o ácido acetil salicílico, de base, presentan efectos adversos a nivel de mucosa estomacal si se toman de forma frecuente. Si a esto se le suma que el alcohol provoca el mismo efecto, las alteraciones podrían ser más intensas.
Respecto a tomar alcohol junto a antibióticos, el consumo junto a alcohol retrasaría la absorción del medicamento (Amoxicilina, Eritromicina), ya que este es menos soluble en etanol. Esto puede provocar una interrupción del tratamiento y empeoramiento de los síntomas, ya que no llega el principio activo en cantidad suficiente para curar.
Además, como en la mayoría de sustancias, la metabolización en el hígado de ambos puede saturarlo y dañarlo. Durante el tratamiento con Metronidazol, Cloranfenicol, Furantoína, antimaláricos, Tinidazol, Furazolidona y Griseofulvina sí se debería evitar la ingesta de bebidas alcohólicas, ya que su mecanismo de acción interfiere con el del alcohol y podría aparecer dolor de cabeza, bajada de tensión, náuseas, vómitos, taquicardia, fatiga y palpitaciones.
Los antidepresivos, ansiolíticos, analgésicos, opioides y demás sedantes, por lo general actúan relajando el sistema nervioso. Por esta razón si se combinan con bebidas alcohólicas se potencia el efecto, haciendo que la persona pierda la coordinación, reflejos o incluso la consciencia.
¿Qué pasa si tomas alcohol junto a antigripales, antihistamínicos o con anticonceptivos orales?
¿Cuánto tiempo después de tomar antigripal puedo tomar alcohol? Recordemos que los antigripales pertenecen a la categoría de analgésicos, por lo que para que la mezcla de alcohol y antigripales no tenga efectos adversos potenciales, se recomienda que pasen más de 6 horas tras la ingesta del antigripal en cuestión.
En el caso de los antihistamínicos, se vería potenciada la somnolencia, por lo que se recomienda evitar mezclarlos con alcohol. Además, se debe tener en cuenta que los preparados antigripales están compuestos por varios fármacos, debiendo extremar la precaución.
En el caso de las gotas para los ojos y los oídos no hay ningún problema con el consumo de alcohol simultáneo. Esto se debe a que la penetración del medicamento en sangre a partir de estos tratamientos es mínima, por lo que no supone ningún riesgo para la salud.
Los anticonceptivos orales pueden influir sobre el metabolismo del alcohol haciendo a la mujer más susceptible a la intoxicación. Además, si se produce el vómito en las primeras horas de la toma puede verse interrumpida su absorción.
Por tanto, las bebidas alcohólicas realizan el mismo camino dentro de nuestro organismo que cualquier alimento o sustancia que consumimos, incluyendo los medicamentos, por esto la ingesta simultánea de alcohol y medicamentos puede retrasar o acelerar la metabolización del principio activo, lo que puede provocar que no se llegue a la dosis efectiva o que se alcancen niveles tóxicos.
Además, cada medicamento y persona es un caso particular, aumentando el riesgo y la intensidad con la edad del individuo y según su estado de salud. En definitiva, no se recomienda el consumo de alcohol durante la toma de medicamentos, pues además de lo ya demostrado, puede aparecer una reacción química que derive en secuelas imprevistas.
Categorizado en:
Biosanitario
Comentarios
Definitivamente asociar la ingesta de alcohol y medicamentos no es buena idea, sin embargo, que me dices de tomar vino tinto, supuestamente es bueno para la circulación, claro sin pasar de la dosis recomendada, existen estudios al respecto?? o también estaría contraindicado en personas con medicación continuada?? Gracias por la información siempre es bueno conocer de todo.