El principal riesgo que corremos al abordar la eutanasia en España es la poderosa influencia que, en torno a nuestras vidas, generan en la actualidad los medios de comunicación, las redes sociales y sobre todo, por encima de estos poderosos transmisores de opinión, nuestra cultura y las experiencias vividas en nuestras propias familias y relaciones.
Todos estos factores, presionan directamente para construir nuestra posición en temas éticos tan delicados como la eutanasia; Generalmente, situándonos en dos polos bien diferenciados, al presentar argumentos en contra o a favor.
De un lado, solemos abrazar la tendencia progresista centrada en el valor de la cultura científico-técnica; en el otro, tendemos a asumir una posición conservadora marcada por la teología filosófica.
Eutanasia en España ¿Un debate nuevo?
Aunque pueda parecernos un debate reciente, ligado a casos que conocemos de sobra, tanto en España como en otros lugares del mundo. El debate en torno a posibilitar una muerte digna y la justificación u oposición a la Eutanasia, ha sido abordado en distintos períodos históricos, desde Platón a los filósofos estoicos en el período clásico de la filosofía; pasando por la oposición a la eutanasia de Hipócrates, padre de la medicina.
Este debate, se inclinó hacia la condena del suicidio y cualquier ayuda para facilitarlo con el auge del cristianismo; generándose un cambio de pensamiento con la llegada del Renacimiento, que culminaría en el siglo XX en el extremo opuesto, representado por quienes terminaron defendiendo el uso de la eugenesia.
La llegada de la modernidad y los avances médicos, sitúan el debate en un plano mucho más amplio. En la medida que el desarrollo de la tecnología permite el mantenimiento de la vida a través de soportes artificiales, surgen nuevas esperanzas frente a la muerte.
En este artículo, nos proponemos afrontar las dificultades que implica poder legislar en torno al derecho a una muerte digna. Trataremos de indicar los puntos clave en torno al debate respecto a la regulación de la eutanasia en España; buscando afrontar nuestras reflexiones con la mirada social que requieren los campos de acción profesional ligados a la educación y el trabajo social.
El eterno tabú ligado a la muerte
En nuestra sociedad la muerte es un tabú. Como todos los temas que de alguna forma afectan a nuestras expectativas de vida, la muerte representa quizás uno de los hechos que más tardamos en aceptar.
Quizás aún ansiamos vivir bajo ese mundo descrito por Saramago en “Las intermitencias de la muerte”; y escuchar una mañana esas palabras con las que comienza el libro:
“Al día siguiente no murió nadie.”
Sin embargo, la muerte es sin duda el más certero de los hechos que podemos abordar en nuestra vida. Al margen de la eterna carrera de la investigación tecnológica por alargar la vida; y a la espera de que las promesas del mundo ciborg se hagan realidad, la mayor verdad que podemos afirmar hoy en día, es que todas y todos vamos a morir.
Quizás, si retrocedemos en el tiempo podríamos aplicarnos aquello que aconsejaba Séneca a Lucilio, citando a Epicuro en su carta 24:
“debemos cuidar de no amar demasiado la vida, ni odiarla demasiado; y cuando la razón nos obligue abandonarla”.
Continuando la analogía que hacíamos con el libro de José Saramago (os remendamos encarecidamente su lectura), quizás aún no hemos conocido la Muerte, con mayúsculas, y sería conveniente aceptar y afrontar ese proceso como un punto inalterable de nuestras vidas.
Quizás, podríamos decir, que en el caso de la muerte, se ha construido lo que Elisabeth Noelle-Neuman denominó una “espiral de silencio”. Noelle-Neuman determinó que esta espiral de silencio termina de desarrollarse en la medida que un sector de la población termina adquiriendo el dominio total del discurso público, ocultando la posibilidad de confrontar ideas por parte de lo que ella denominó “núcleo de vanguardia” o “núcleo duro”, desplazando esos otros discursos hacia la exclusión y/o el aislamiento social.
Muerte digna, buena muerte. Un debate que continúa abierto
La reciente tramitación de la proposición de Ley de eutanasia ha vuelto a abrir el debate sobre la respuesta que, como sociedad, debemos dar al sufrimiento humano. Si acorde a la teoría de la espiral del silencio podemos afirmar que los medios de comunicación terminan por invisibilizar o aislar determinadas posturas; la regulación, basada en la aplicación del derecho, puede llegar a normalizar o por el contrario estigmatizar determinadas conductas y posiciones frente a un problema, que más allá de ser jurídico, lo es sobre todo de magnitud social y cultural.
El debate es amplio, e implica distintos frentes que conviene tener en cuenta antes de introducirnos directamente a exponer argumentaciones sin parar a reconocer los distintos términos en juego. Una de las mejores lecturas que podemos encontrar para formarnos es "Y de nuevo la eutanasia: una mirada nacional e internacional", coordinado por Ana María Marcos y Javier de la Torre.
En temas como la regulación de la eutanasia, conviene saltar de los argumentos y opiniones que se centran, casi exclusivamente, en una valoración afianzada en la moral religiosa; siendo necesario reconocer que existen factores políticos, filosóficos, sociológicos, jurídicos y antropológicos a los que debemos poner atención.
Como nos indican en el artículo que os enlazábamos en el párrafo anterior, el uso de la palabra eutanasia suele ser la manzana de la discordia en los debates en torno a la muerte digna. Una palabra que tan solo viene a representar, como se desprende de su propio significado, una “buena muerte”. Algo que toda persona sueña con tener, evitando el sufrimiento de un proceso que puede llegar a ser muy doloroso para quien lo sufre y quienes le rodean.
¿Qué hacer desde el ámbito social?
Más allá de las distintas posiciones, temas como el que hemos abordado, la regulación de la eutanasia en España, deben ser tratados desde el ámbito de la intervención y la atención social desde un punto de vista crítico, centrado sobre todo en garantizar el desarrollo de una postura profesional reflexiva, que nos permita asumir una posición objetiva para tener en cuenta las diferentes aristas desde las que debemos mirar la complejidad de la situación.
En la Ilustración que exponemos más abajo, recogemos los aspectos que, de acuerdo al artículo “Trabajo social y suicidio”, se hacen determinantes en el momento de afrontar un proceso ligado a la muerte desde el trabajo social; ya sea por medio de la asistencia médica y legal regulada, o de cual cualquier otra forma.
El duelo ante la muerte de un ser querido es algo a lo que, como profesionales del ámbito social, debemos poner atención antes, durante y con posterioridad al momento en que ocurre. La sensibilidad ante el sufrimiento de otras personas, la empatía y sobre todo la capacidad de escuchar y acompañar evitando prejuzgar sin conocer todo el contexto al que nos enfrentamos se convierten así en nuestro mayor aliado ante situaciones límite.
Tal y como indicamos en la ilustración anterior, la defensa de una vida digna y de calidad; así como, partir de un acercamiento centrado en la sensibilidad y la empatía ante el sufrimiento, se convierten en elementos básicos de nuestro trabajo en los procesos de acompañamiento en situaciones límite.
Comentarios
Buenas noches,
me parece que una decisión de esta naturaleza, involucra cuestiones muy profundas, pero sobre todo influye el nivel de educación de un país para poder aceptar la muerte como algo fríamente natural. Se debe de tomar en cuenta que las enfermedades que atacan al ser humano, justamente deshumanizan y cortan la dignidad de quien las padece; es necesario reflexionar acerca del sufrimiento tanto físico como emocional que el deterioro natural ante una patología implican y poder aceptar la eutanasia como parte de una sociedad instruida y avanzada.